SANTUARIO PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

Gruta y Basílica. Quinta Normal, Santiago de Chile.


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EL TIEMPO DE CUARESMA

Oración, penitencia, conversión y solidaridad

Cristo Crucificado

CONVERSIÓN CRISTIANA:

La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.

La Cuaresma dura cuarenta días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.

El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual. En la Santa Misa se suprime el Gloria y no hay Aleluya. En la Aclamación al Evangelio se utilizan cantos breves como “Tu Palabra me da vida”, “Bendita es la Palabra”, “Gloria y honor a Ti, Señor Jesús” o similares.

En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.

Por ello, la Cuaresma es el tiempo de perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la Resurrección.

Cuarenta días de Jesús en el desierto

CUARENTA DÍAS:

La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.

En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de pruebas y dificultades.

La práctica de la Cuaresma data desde el siglo IV, cuando se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y la abstinencia. Conservar con bastante vigor, al menos en un principio, en las iglesias de Oriente, la práctica penitencial de la Cuaresma ha sido cada vez más aligerada en Occidente, pero debe observarse un espíritu penitencial y de conversión.

Miércoles de Cenizas

MIÉRCOLES DE CENIZAS:

El Miércoles de Cenizas, día de ayuno y abstinencia, da inicio al tiempo de Cuaresma. En la Misa de este día se bendicen y se imponen las cenizas de los ramos de olivo o de otros árboles que fueron bendecidos el Domingo de Ramos del año precedente. El Evangelio (Mateo 6, 1-6.16-18) es una verdadera pauta para seguir en este tiempo de Cuaresma: oración, penitencia, conversión, amor, solidaridad. Y estas prácticas no necesitan propaganda desmesurada, sino sinceridad y voluntad.

LOS DOMINGOS DE CUARESMA:

La Cuaresma comprende los seis domingos situados entre el Miércoles de Cenizas y el día de Jueves Santo. El primer domingo está concentrado en los cuarenta días que Jesús vive en oración y penitencia. Cuando es tentado, la Palabra de la Escritura es su fuerza. El segundo domingo nos muestra la Transfiguración del Señor: Jesús es el Mesías, pero sufriente; vive en la gloria, pero a través de una cruz. Jesús triunfa en la entrega total. La Transfiguración fue una especie de anuncio de la Resurrección del Señor.

Los Evangelios de los domingos tercero, cuarto y quinto de Cuaresma traen distintos acontecimientos distribuidos en los respectivos ciclos anuales: en el Año A, el diálogo de Jesús con la samaritana, la curación del ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro nos presentan un camino catecumenal; el Año B nos muestra a un Jesús como el verdadero Templo de Dios, un Dios que no vino a juzgar al mundo sino a salvarnos y que morirá para ser glorificado; el Año C está concentrado en el arrepentimiento y el perdón.

El cuarto domingo, domingo del “alégrate”, nos invita a estar alegres porque está cerca la celebración de la Pascua de Resurrección. En este domingo particular se puede utilizar el rosado como color litúrgico.

El sexto domingo, conocido como Domingo de Ramos, nos muestra la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, una semana antes de su Pasión, Muerte y Resurrección. Este domingo, que usa el rojo como color litúrgico, da comienzo a la Semana Santa, la semana más importante del Año Cristiano.

Vía Crucis

EL VÍA CRUCIS:

Durante la Cuaresma es frecuente realizar el ejercicio del Vía Crucis. No es un acto litúrgico, sino una devoción popular. Se comenzó a practicar en la Edad Media en Occidente, y se realizaba fuera de la iglesia, en pequeños cerros o colinas, tratando de reproducir el camino que hizo Jesús cuando subía con la cruz hasta el monte Calvario.

Más tarde, por el siglo XVIII, se comenzó a practicar dentro de los templos, siguiendo catorce cruces o representaciones relativas a distintos momentos del camino hacia el Calvario. En el espacio cerrado de una iglesia no es posible un desplazamiento como en el exterior, de modo que se desplaza de estación en estación quien preside el ejercicio, solo o con algunos acompañantes. El grupo general va moviéndose ligeramente en su puesto, mirando sucesivamente a las distintas estaciones, a menos que sean pocas personas y puedan realizar algún desplazamiento mayor.

Hay catorce estaciones tradicionales que van desde la condena a muerte de Jesús hasta el depósito de su cuerpo en el Santo Sepulcro. Pero éstas se pueden acomodar, a tal punto que algunas versiones de esta devoción contemplan como estaciones la Última Cena, la Oración en el Huerto e incluso la Resurrección de Jesús.

La importancia esencial de esta devoción radica en el incomparable valor que tiene la meditación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Nada alienta más al que sufre. Además, esta meditación hace comprender el valor del Santo sacrificio de la Misa y la necesidad de “completar en nosotros lo que falta a la pasión de Cristo” (Colosenses 1, 24).

Transfiguración del Señor

LECTURAS BÍBLICAS PARA SEGUIR:

Miércoles de Cenizas: Mateo 6, 1-6.16-18.

Primer Domingo: Mateo 4, 1-11 (Año A); Marcos 1, 12-15 (Año B) y Lucas 4, 1-13 (Año C).

Segundo Domingo: Mateo 17, 1-9 (Año A); Marcos 9, 2-10 (Año B) y Lucas 9, 28b-36 (Año C).

Tercer Domingo: Juan 4, 5-42 (Año A); Juan 2, 13-25 (Año B) y Lucas 13, 1-9 (Año C).

Cuarto Domingo: Juan 9, 1-41 (Año A); Juan 3, 14-21 (Año B) y Lucas 15, 1-3.11-32 (Año C).

Quinto Domingo: Juan 11, 1-45 (Año A); Juan 12, 20-33 (Año B) y Juan 8, 1-11 (Año C).

Domingo de Ramos: Mateo 21, 1-11 (Año A); Marcos 11, 1-10 (Año B) y Lucas 19, 28-40 (Año C).

Pasión del Señor: Mateo 26, 3-5.14 - 27, 66 (A); Marcos 14, 1 - 15, 47 (B) y Lucas 22, 7.14 - 23, 56 (C).

ORACIÓN A JESÚS EN CUARESMA:

(Acompaña la devoción del Vía Crucis)

Jesús, Víctima inocente del pecado, acógenos como compañeros de tu camino pascual, que de la muerte lleva a la vida; enséñanos a vivir el tiempo que estemos en la tierra arraigados en la fe en Ti, que nos has amado y te has entregado a Ti mismo por nosotros. Tú eres Cristo, el único Señor, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

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