SANTUARIO PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

Gruta y Basílica. Quinta Normal, Santiago de Chile.


Inicio > Mensaje de Lourdes > Jubileo Lourdes 2008


Jubileo Lourdes 2008 > Visita de Benedicto XVI a Lourdes de Francia > Mensaje a Obispos de Francia

MENSAJE DEL PAPA A LOS OBISPOS FRANCESES

S.S. Benedicto XVI en Lourdes Francia

Benedicto XVI pide a sacerdotes vida de oración intensa para evangelizar:

El domingo por la tarde, el Papa Benedicto XVI se reunió con los Obispos franceses en el Hemiciclo Santa Bernardita de Lourdes, abordó los distintos desafíos que enfrenta la Iglesia en Francia y recordó a los sacerdotes que “su vida espiritual es el fundamento de su vida apostólica”.

El Santo Padre recordó a los pastores que ante los retos planteados en el mundo de hoy, urge impulsar la labor evangelizadora y recordó que “la catequesis no es tanto una cuestión de método, sino de contenido”.

“Una esmerada preparación de los catequistas -continuó- permitirá la transmisión íntegra de la fe, a ejemplo de San Pablo, el más grande catequista de todos los tiempos, al que miramos con admiración particularmente en este segundo milenio de su nacimiento”.

Para una “tarea evangelizadora eficaz”, dijo el Santo Padre, “necesitan colaboradores. Por eso se han de alentar más que nunca las vocaciones sacerdotales y religiosas. Quisiera agradecer cordialmente y alentar a todas las familias, parroquias, comunidades cristianas y movimientos de la Iglesia que son la tierra fértil que da el buen fruto de las vocaciones”.

En este sentido, reiteró que “el sacerdocio es esencial para la Iglesia, por el bien mismo del laicado. Los sacerdotes son un don de Dios para la Iglesia. No pueden delegar sus funciones a los fieles en lo que se refiere a las misiones que les son propias. Su vida espiritual es el fundamento de su vida apostólica. Exhortadles con dulzura a la oración cotidiana y a la celebración digna de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía y la Reconciliación”.

Benedicto XVI puso de relieve que “todo sacerdote debe poder sentirse dichoso de servir a la Iglesia” y pidió que “a ejemplo del cura de Ars, hijo de vuestra tierra y patrono de todos los párrocos del mundo”, recordaran “que un hombre no puede hacer nada más grande que dar a los fieles el cuerpo y la sangre de Cristo, y perdonar los pecados. Tratad de estar atentos a su formación humana, intelectual y espiritual, y a sus recursos para vivir”.

El Motu Proprio sobre el Rito Extraordinario en Latín busca la unidad:

Benedicto XVI aclaró este domingo en su discurso a los Obispos de Francia que la finalidad de la publicación del motu proprio Summorum Pontificum es asegurar la unidad en la Iglesia, pues en ella “nadie está de más”.

El Pontífice afrontó el argumento, en el día en que se celebraba exactamente un año de la aplicación de ese documento, con motivo de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, en sus palabras a los prelados reunidos en el Hemiciclo de Santa Bernardita, en Lourdes.

El Santo Padre recordó que ese documento busca precisar “la posibilidad de utilizar tanto el misal del Beato Juan XXIII (1962) como el del Papa Pablo VI (1970)”.

“Ya se han dejado ver los frutos de estas nuevas disposiciones, y espero el necesario apaciguamiento de los espíritus que, gracias a Dios, se está produciendo”, consideró.

Al mismo tiempo, reconoció, “tengo en cuenta las dificultades que encontráis, pero no me cabe la menor duda de que podéis llegar, en un tiempo razonable, a soluciones satisfactorias para todos, para que la túnica inconsútil de Cristo no se desgarre todavía más”.

Explicando el espíritu que le movió a la redacción del texto, el Santo Padre aclaró: “Nadie está de más en la Iglesia. Todos, sin excepción, han de poder sentirse en ella 'como en su casa', y nunca rechazados”.

“Dios, que ama a todos los hombres y no quiere que ninguno se pierda, nos confía esta misión haciéndonos Pastores de su grey. Sólo nos queda darle gracias por el honor y la confianza que Él nos otorga. Por tanto, esforcémonos por ser siempre servidores de la unidad”, concluyó.

Anuncia “con firmeza el principio de la indisolubilidad del matrimonio”:

Benedicto XVI constató junto a los Obispos franceses este domingo que la crisis de la familia es una de las preocupaciones más grandes de la Iglesia e invitó a los prelados a ser heraldos de la indisolubilidad del matrimonio, tratando con afecto a todos, también a los divorciados vueltos a casar.

En su largo discurso, pronunciado ante más de cien Obispos, Ordinarios, Auxiliares, y Eméritos, en el que analizó los puntos más candentes de la actualidad eclesial, el Papa prestó particular atención a las “verdaderas borrascas” que tiene que afrontar la célula fundamental de la sociedad.

Leyó este pasaje con más calma y delicadeza, manifestando siempre una atenta comprensión a los Obispos por las dificultades que tienen que afrontar en su labor pastoral. De hecho, reconoció, por sus contactos con los Obispos, que la familia constituye un problema sentido por todas y cada una de las Diócesis.

“Sabemos que el matrimonio y la familia se enfrentan ahora a verdaderas borrascas”, afirmó. “Los factores que han llevado a esta crisis son bien conocidos y, por tanto, no me demoraré en enumerarlos”.

Según el Santo Padre, “desde hace algunas décadas, las leyes han relativizado en diferentes países su naturaleza de célula primordial de la sociedad”.

“A menudo, las leyes buscan acomodarse más a las costumbres y a las reivindicaciones de personas o de grupos particulares que a promover el bien común de la sociedad”.

“La unión estable entre un hombre y una mujer, ordenada a construir una felicidad terrenal, con el nacimiento de los hijos dados por Dios, ya no es, en la mente de algunos, el modelo al que se refiere el compromiso conyugal. Sin embargo, la experiencia enseña que la familia es el pedestal sobre el que descansa toda la sociedad”, indicó.

Además, recordó, “el cristiano sabe que la familia es también la célula viva de la Iglesia. Cuanto más impregnada esté la familia del espíritu y de los valores del Evangelio, tanto más la Iglesia misma se enriquecerá y responderá mejor a su vocación”.

Por otra parte, reconoció y alentó los esfuerzos de los Obispos “para dar vuestro apoyo a las diferentes asociaciones dedicadas a ayudar a las familias”. Reconoció su valentía para “presentar contra la corriente los principios que son la fuerza y la grandeza del sacramento del Matrimonio”.

“La Iglesia quiere seguir siendo indefectiblemente fiel al mandato que le confió su Fundador, nuestro Maestro y Señor Jesucristo. Nunca deja de repetir con Él: 'Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre' (Mt 19,6)”. Por eso, aclaró, “la Iglesia no se ha inventado esta misión, sino que la ha recibido. Ciertamente, nadie puede negar que ciertos hogares atraviesan pruebas, a veces muy dolorosas. Habrá que acompañar a los hogares en dificultad, ayudarles a comprender la grandeza del matrimonio y animarlos a no relativizar la voluntad de Dios y las leyes de vida que Él nos ha dado”.

“Una cuestión particularmente dolorosa es la de los divorciados y vueltos a casar”, reconoció. “La Iglesia, que no puede oponerse a la voluntad de Cristo, mantiene con firmeza el principio de la indisolubilidad del matrimonio, rodeando siempre del mayor afecto a quienes, por los más variados motivos, no llegan a respetarla”.

Por esto, concluyó, “no se pueden aceptar, pues, las iniciativas que tienden a bendecir las uniones ilegítimas. La exhortación apostólica Familiaris Consortio ha indicado el camino abierto por una concepción respetuosa de la verdad y de la caridad”.

Otros temas:

Refiriéndose a los jóvenes, recordó que durante su primer viaje a Francia, Juan Pablo II les transmitió “un mensaje que no ha perdido nada de su actualidad, y que fue acogido entonces con un fervor inolvidable. La permisividad moral no hace feliz al hombre. (...) Ruego al Espíritu Santo que hable al corazón de todos los fieles y, en general, al de todos vuestros compatriotas, para darles -o hacerles ver- el gusto de llevar una vida según los criterios de una felicidad verdadera”.

Benedicto XVI afirmó a continuación que “resaltar las raíces cristianas de Francia permitirá a cada uno de los habitantes de este país comprender mejor de dónde viene y adónde va. Por tanto, en el marco institucional vigente y con el máximo respeto por las leyes en vigor, habrá que encontrar una nueva manera de interpretar y vivir en lo cotidiano los valores fundamentales sobre los que se ha edificado la identidad de la Nación. Vuestro Presidente -recordó a los prelados- ha hecho alusión a esta posibilidad”.

En este contexto, afirmó que “la Iglesia no reivindica el puesto del Estado. No quiere sustituirle. La Iglesia es una sociedad basada en convicciones, que se sabe responsable de todos y no puede limitarse a sí misma. Habla con libertad y dialoga con la misma libertad con el deseo de alcanzar la libertad común. (...) Gracias a una sana colaboración entre la comunidad política y la Iglesia, realizada con la conciencia y el respeto de la independencia y de la autonomía de cada una en su propio campo, se lleva a cabo un servicio al ser humano con miras a su pleno desarrollo personal y social”.

El Santo Padre dijo que “el objetivo del diálogo ecuménico e interreligioso (...) es la búsqueda y la profundización de la Verdad. (...) Construir puentes entre las grandes tradiciones eclesiales cristianas y el diálogo con otras tradiciones religiosas, exige un esfuerzo real de conocimiento recíproco, porque la ignorancia destruye más que construye. (...) Ciertamente, hemos de seguir con atención las diversas iniciativas emprendidas y discernir las que favorecen el conocimiento y el respeto recíproco, así como la promoción del diálogo, y evitar las que llevan a callejones sin salida. No basta la buena voluntad. Creo que es bueno comenzar por escuchar, pasar después a la discusión teológica, para llegar finalmente al testimonio y al anuncio de la misma fe”.

El Papa terminó su discurso haciendo hincapié en la importancia de “lograr una auténtica liberación espiritual”, explicando que el ser humano “necesita siempre verse libre de sus temores y de sus pecados. El hombre debe aprender constantemente que Dios no es su enemigo, sino su Creador lleno de bondad. Necesita saber que su vida tiene un sentido y que, al final de su recorrido sobre la tierra, le espera participar por siempre en la gloria de Cristo en el cielo. Vuestra misión es llevar a la porción del Pueblo de Dios confiada a vuestro cuidado al reconocimiento de este final glorioso”.

Fuentes: IGLESIA.CL y Zenit

Lourdes, 14 de Septiembre de 2008.

<< Visita de Benedicto XVI a Lourdes de Francia <<

Información General | Mapa del Sitio | Condiciones de Uso | Salir a Portada