EL MENSAJE DE LOURDES PARA S.S. JUAN PABLO II

S.S. Juan Pablo II

"Me parece que hay una gracia particular en Lourdes. Su mensaje, sobrio y claro, es fundamental. Fue transmitido de modo especialmente fuerte, puro y transparente por una adolescente de alma limpia y valiente. Los signos son sencillos: el viento que evoca el Espíritu de Pentecostés, el agua de la purificación y de la vida, la luz, el signo de la cruz, la oración del Rosario.

Desde el principio, los cristianos fueron invitados a venir hasta aquí en multitud, en Iglesia. Y en efecto, es como si aquí el respeto humano y todas las reticencias -que con frecuencia bloquean la conversión y la expresión religiosa- se superaran espontáneamente. Aquí se reza, da gusto rezar, gusta reconciliarse con Dios, gusta venerar la Eucaristía, se da un lugar de honor a los pobres, a los enfermos. Es un lugar excepcional de gracias. ¡Alabado sea Dios!

Alabémosle con las palabras de María: '¡Magníficat anima mea Dominum! Proclama mi alma la grandeza del Señor. Él se ha recordado de su amor' ".

Palabras de S.S. Juan Pablo II en su visita a Lourdes Francia el 15 de agosto de 1983.

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