SANTUARIO PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE
LOURDES
Gruta y Basílica. Quinta Normal, Santiago de Chile.
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Padre Manuel d'Alzon
FUNDADOR DE LOS RELIGIOSOS ASUNCIONISTAS
* 30 de Agosto de 1810 - † 21 de Noviembre de 1880
Nace el 30 de agosto de 1810, en Le Vigan
(Gard, sur de Francia). Sus padres son Henri Daudé d'Alzon y
Jeanne-Clémence de
Faventine, familia aristocrática. El día
2 septiembre del mismo
año es bautizado con el nombre de Manuel José María
Mauricio. El Padre D'Alzon celebraba con gran esmero y
recogimiento el día de su bautismo porque, decía,
“era el día de su
verdadero nacimiento”.
Ordenado sacerdote a la temprana edad de 24
años, desde muy joven se entrega a Cristo y a la Iglesia
para servir a la causa de Dios y hacer llegar su Reino. Su vida
entera fue de una actividad sin límites.
Fue Vicario General de la Diócesis de
Nîmes, un predicador y confesor, y sin embargo,
encontró tiempo para pasar horas en la oración y
escribir miles de cartas y artículos sobre una amplia
variedad de temas que afectan a la Iglesia de su tiempo. Se
unió a cada batalla entre Dios y la Iglesia. Como director
de la escuela que él fundó en 1844 (Collège de l'Assomption en
Nîmes), luchó por la libertad académica y
todavía encontraba tiempo para formar a sus
discípulos en el espíritu de la
Asunción.
Misionero incansable, torrente de
iniciativas que madura con otros que se sintieron atraídos
por su fe y el dinamismo. Desinteresado y enérgico, a la
vanguardia de todos los proyectos destinados a los fines de Dios.
Espíritu vigilante, detecta las necesidades y encuentra
las respuestas inéditas apropiadas. Amplió su campo
de acción desde el sur de Francia a todo el país
galo, y de Francia a Europa y más allá.
"Venga tu Reino" era su
lema y su pasión, sello que le dio a su joven
congregación, los Agustinos de la
Asunción, que fundó en la Navidad de 1845. Su obsesión
fue ver a Jesús amado por cada hombre y mujer.
Como hombre de su tiempo, muy distinto
del nuestro, arremete con vigor contra los adversarios de Dios.
Su combate permanente fue la defensa de los derechos de Dios
pisoteados por un Estado que alardeaba de laico. Este celo se
enciende en un fuego interior: Manuel d'Alzon está como
fascinado por el amor de Dios. El ultraje a su majestad y a la
bondad divinas le resulta insoportable. Desbordante de ternura
para con Jesús y María, contempla una y otra vez su
vida concreta para entrar en sus actitudes e imitar sus virtudes.
Este apego se irá fortaleciendo y purificando con los
años y con los padecimientos de toda clase. Manuel d'Alzon
se dejó cautivar cada vez más por Jesucristo,
entregándose a Él para darlo a los
demás.
Su dedicación total a la Iglesia
le ayudó a comprender sus misterios más profundos.
Sus divisiones le duelen profundamente. La unidad de la Iglesia
fue su bandera de lucha. En consecuencia, se mantuvo siempre fiel
al Papa, el símbolo de esa unidad. La actitud del Padre
D'Alzon, el “San Pablo
del siglo XIX” como alguien le llamó en su
país, se debió a su amor a la Iglesia, la
“Esposa de
Cristo”.
Entregó este sentido de la Iglesia
a su Congregación, cuya piedra angular es Cristo, y el
objetivo y el lema son la extensión del Reino de Dios. En
esta misión, los Agustinos de la Asunción han
recurrido a todo el arsenal de la fe: la educación, la
predicación, publicaciones, investigaciones, obras de
caridad y misiones en el extranjero. En 1862, decide luchar por
traer de vuelta al redil a los disidentes de la Europa del Este. En 1865 funda las Oblatas de la Asunción.
En 1871 crea el primer
seminario menor para hijos de pobres. Al año
siguiente funda la Asociación Notre-Dame de
Salut. Durante los últimos años de su vida
luchó además por el reencantamiento de la clase
trabajadora urbana que se estaba apartando de la Iglesia. Muere
el 21 de noviembre de
1880. En 1991 es proclamado “venerable” por el Papa
Juan Pablo II.
“Si Jesucristo es la
piedra angular de la Iglesia, desligarse de Jesucristo es
desligarse de la Iglesia, y adherirse a Jesucristo, adherirse a
la Iglesia. No puedo amar a Jesucristo sin desear que le amen
todas las criaturas, he aquí el fundamento de lo que debe
constituir el carácter apostólico de mi
vida”. (Padre Manuel d'Alzon, fundador de los
Religiosos Asuncionistas y de las Oblatas de la
Asunción).
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