SANTUARIO PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

Gruta y Basílica. Quinta Normal, Santiago de Chile.


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Recursos Pastorales > Catequesis sobre la Eucaristía > Capítulo 1: Eucaristía, fuente de vida plena

1.- EUCARISTÍA, FUENTE DE VIDA PLENA

La Eucaristía

¿QUÉ ES LA EUCARISTÍA?

Cada domingo, «día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida», los católicos celebramos la Eucaristía, hacemos fiesta. Somos convocados a la asamblea para elevar al Padre de los cielos nuestra alabanza y acción de gracias, por el don de su Hijo Jesucristo que en la cruz se ofreció como sacrificio agradable al Padre. Sacrificio que nos obtuvo la Reconciliación entre Dios y el hombre, sacrificio que nos devolvió la amistad pérdida con Dios. En la Eucaristía celebramos entonces «el paso de Jesús a su Padre por su muerte y resurrección, la Pascua nueva, anticipada en la Cena y celebrada en la Eucaristía, que da cumplimiento a la pascua judía y anticipa la pascua final de la Iglesia, en la gloria del Reino».

Participar en la Eucaristía es la oportunidad que tenemos todos de entrar activamente en el Misterio Pascual de Jesús: de su vida, de su muerte y de su resurrección. Y es el mismo Espíritu del Señor Resucitado quien nos va haciendo penetrar cada día más, en la misma vida de Jesucristo, de manera que nosotros, Hijos de adopción, podamos decir Padre y que el mismo Padre pueda reconocer en cada uno de nosotros los rasgos de Jesucristo.

FUENTE Y CIMA:

“Nuestro Salvador, en la Última Cena, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y de su sangre, con el cual… iba a confiar a su iglesia el memorial de su muerte y resurrección”.

La Eucaristía ha sido siempre el centro de la vida de la Iglesia. Y sigue siendo la “fuente y cima de toda la vida cristiana”. Todos los sacramentos nacen de la fe. Pero, sólo en el caso de la Eucaristía se nos dice, por parte de quien preside la celebración: “Este es el sacramento de nuestra fe”. Y es que en la Eucaristía convergen, de un modo o de otro, todas las verdades que tiene que creer un cristiano y todo lo que tiene que vivir de manera eficaz.

La Última Cena

EL SENTIDO DEL NOMBRE DE LA EUCARISTÍA:

La riqueza inagotable de este sacramento se expresa mediante los distintos nombres que se le da. Cada uno de estos nombres evoca alguno de sus aspectos. Se le llama:

* Eucaristía, porque es acción de gracias a Dios. Las palabras “eucharistein” (Lucas 22, 19; 1 Corintios 11, 24) y “eulogein” (Mateo 26, 26; Marcos 14, 22) recuerdan las bendiciones judías que proclaman -sobre todo durante la comida- las obras de Dios: la creación, la redención y la santificación.

* Banquete del Señor, porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos.(En la sección siguiente profundaremos este aspecto).

* Fracción del Pan, porque este rito, propio del banquete judío, fue utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el pan como cabeza de familia (cf. Mateo 14, 19; 15, 36; Marcos 8, 6.19), sobre todo en la Última Cena (cf. Mateo 26, 26; 1 Corintios 11, 24). En este gesto los discípulos lo reconocerán después de su resurrección (Lucas 24, 13-35), y con esta expresión los primeros cristianos designaron sus asambleas eucarísticas (cf. Hechos 2, 42.46; 20, 7.11). Con Él se quiere significar que todos los que comen de este único pan, partido, que es Cristo, entran en comunión con Él y forman un solo cuerpo en Él (cf. 1 Corintios 10, 16-17).

* Asamblea Eucarística (synaxis), porque la Eucaristía es celebrada en la asamblea de los fieles, expresión visible de la Iglesia (cf. 1 Corintios 11, 17-34).

* Memorial de la Pasión y de la Resurrección del Señor. (Se profundizará más adelante).

* Santo Sacrificio, porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia; o también santo sacrificio de la misa, “sacrificio de alabanza” (Hechos 13, 15; cf. Salmo 116, 13.17), sacrificio espiritual (cf. 1 Pedro 2, 5), sacrificio puro (cf. Miqueas 1, 11) y santo, puesto que completa y supera todos los sacrificios de la Antigua Alianza.

* Santa y Divina Liturgia, porque toda la liturgia de la Iglesia encuentra su centro y su expresión más densa en la celebración de este sacramento; en el mismo sentido se la llama también celebración de los santos misterios. Se habla también del Santísimo Sacramento porque es el Sacramento de los Sacramentos. Con este nombre se designan las especies eucarísticas guardadas en el sagrario.

* Comunión, porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo (cf. 1 Corintios 10,16-17); se la llama también las cosas santas [ta hagia; sancta] (Constitución Apostólica 8,13; 12; Didaché 9,5; 10,6) -es el sentido primero de la comunión de los santos de que habla el Símbolo de los Apóstoles-, pan de los ángeles, pan del cielo, medicina de inmortalidad (San Ignacio de Antioquía Eph. 20, 2), viático...

* Santa Misa, porque la liturgia en la que se realiza el misterio de salvación se termina con el envío de los fieles (missio), a fin de que cumplan la voluntad de Dios en su vida cotidiana.

Consagración

EL MEMORIAL DEL SEÑOR:

La Eucaristía es el “memorial del Señor”. El memorial no lo entendemos como un mero recuerdo subjetivo o un aniversario. Es un recuerdo eficaz, una celebración que de algún modo actualiza lo que recuerdo, es decir, es un sacramento del acontecimiento pasado. Para los cristianos el memorial de la muerte de Cristo, no sólo, es un recuerdo o conmemoración, sino la convicción de que Cristo Jesús el Señor Resucitado, actualiza y comunica en cada celebración la fuerza salvadora del acontecimiento de la Cruz.

El memorial también mira al futuro, y en cierto sentido lo adelanta y lo garantiza. En cada celebración Eucarística al comer el Pan y el Vino que son el Cuerpo de Cristo (presente), proclamamos la muerte del Señor (pasado) hasta que venga (futuro) (1 Corintios 11, 26). Siempre la celebración Eucarística es participación en la liturgia del Cielo. “En la Liturgia terrena preguntamos y tomamos parte en aquella Liturgia celestial, que se celebra en la santa ciudad de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos, y donde Cristo está sentado a la diestra de Dios como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero, cantamos al Señor el himno de gloria con todo el ejército celestial; venerando la memoria de los santos esperamos tener parte con ellos y gozar de su compañía; aguardamos al Salvador, Nuestro Señor Jesucristo, hasta que se manifieste Él, nuestra vida, y nosotros nos manifestamos también gloriosos con Él”.

Cuando Jesús dice a sus discípulos: “Hagan esto en memoria mía” (Lc. 22,19), no sólo los invita simplemente a repetir un gesto ritual con el pan y con el vino. Les está invitando a revivir existencialmente todo el significado de su vida de autodonación hasta la autoentrega suprema de su muerte. En el gesto de la entrega del pan y del vino, en el contexto de la cena pascual, Jesús condensa todo lo que ha sido su vida y anticipa el sentido de su muerte inminente; amor a todos, hecho de autodonación hasta el extremo. “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Juan 15, 13).

Y es este estilo de vida, condensado en un gesto, lo que Jesús quiere que reviva en sus discípulos. Hacer su memoria en el rito implica hacerlo presente a través de la propia existencia y es aquí donde cobra fuerza la frase: “La Eucaristía es un misterio que hay que vivir”.

Partipación en Eucaristía

PARTICIPACIÓN PLENA DE LOS DISCÍPULOS MISIONEROS DE LA VIDA NUEVA DE CRISTO:

Nos dice el Documento Conclusivo de Aparecida: “La Eucaristía es sacramento de iniciación, pero también de los iniciados, es decir, de los discípulos. Participando de ella, de modo particular en la eucaristía dominical, se participa del alimento indispensable para la vida del discipulado”.

El Santo Padre Benedicto XVI, en su discurso inaugural en la asamblea de Aparecida, plantea la centralidad de la vida eucarística: “Para formar discípulos y sostener al misionero en su gran tarea, la Iglesia les ofrece, además del Pan de la Palabra, el Pan de la Eucaristía… Cada domingo y cada Eucaristía es un encuentro personal con Cristo. Al escuchar la palabra divina, el corazón arde porque es Él quien la explica y proclama. Cuando en la Eucaristía se parte el pan, es a Él a quien se recibe personalmente. La Eucaristía es el alimento indispensable para la vida del discípulo y misionero de Cristo”.

Luego se detiene particularmente en la importancia de la misa dominical: “De aquí la necesidad de dar prioridad, en los programas pastorales, a la valorización de la misa dominical. Hemos de motivar a los cristianos para que participen en ella activamente y, si es posible, mejor con la familia. La asistencia de los padres con sus hijos a la celebración eucarística dominical la fe y un estrecho vínculo que mantiene la unidad entre ellos. El domingo ha significado, a lo largo de la vida de la Iglesia, el momento privilegiado del encuentro de las comunidades con el Señor Resucitado… La celebración dominical de la eucaristía ha de ser el centro de la vida cristiana”.

Aparecida es insistente en la importancia y centralidad de la Eucaristía, como de la participación en la misa dominical, para la vida de los discípulos y de la comunidad cristiana. El número que refleja de una manera más completa esta comprensión de la Eucaristía en el documento final es el 251, que dice: “La Eucaristía es el lugar privilegiado del encuentro del discípulo con Jesucristo. Con este Sacramento Jesús nos atrae hacia sí y nos hace entrar en su dinamismo hacia Dios y hacia el prójimo. Hay un estrecho vínculo entre las tres dimensiones de la vocación cristiana: creer, celebrar y vivir el misterio de Jesucristo, de tal modo, que la existencia cristiana adquiera verdaderamente una forma eucarística”.

En cada Eucaristía los cristianos celebran y asumen el Misterio Pascual, participando en Él. Por tanto, los fieles deben vivir su fe en la centralidad del Misterio Pascual de Cristo a través de la Eucaristía, de modo que toda su vida sea cada vez más vida eucarística. La Eucaristía, fuente inagotable de la vocación cristiana es, al mismo tiempo, fuente inextinguible del impulso misionero. Allí el Espíritu Santo fortalece la identidad del discípulo y despierta en él la decidida voluntad de anunciar con audacia a los demás lo que ha escuchado y vivido.

Jesús

PARTES DE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA:

En los capítulos siguientes profundizaremos sobre las partes de la Eucaristía. Ahora les proponemos el esquema de su distribución, destacándose que los dos grandes momentos son la LITURGIA DE LA PALABRA y la LITURGIA EUCARÍSTICA.

RITOS INICIALES:

Procesión de Entrada, Saludo del Sacerdote, Acto Penitencial, Gloria y Oración Colecta.

LITURGIA DE LA PALABRA:

Primera Lectura, Salmo Responsorial, Segunda Lectura, Aleluya, Evangelio, Homilía, Credo y Oración Universal.

LITURGIA EUCARÍSTICA:

Presentación de los Dones, Plegaria Eucarística (Prefacio, Santo, Epíclesis, Consagración, Anámnesis, Oblación, Intercesiones, Doxología) y Rito de la Comunión (Padre Nuestro, Rito de la Paz, Cordero de Dios, Comunión, Oración de Poscomunión).

RITO DE CONCLUSIÓN:

Bendición Final y Procesión de Envío.

Eucaristía, fuente de vida plena

PREGUNTAS PARA PROFUNDIZAR:

1. A la luz del documento: ¿Cuáles son las ideas fundamentales sobre la Eucaristía?

2. ¿Qué impacto provoca en tu vida las líneas leídas?

3. Lee los siguientes textos Marcos 14, 22-25; Mateo 26, 19-26; Lucas 22, 15-20 y 1 Corintios 11, 23-25 y señala sus semejanzas y sus diferencias respecto a la Eucaristía.

4. ¿Cómo entiendes y vives las palabras de Jesús: “Haced esto en memoria mía”?

5. ¿En nuestra Eucaristía se cuidan los distintos servicios: canto, lecturas, moniciones, acogida, presidencia?

CAPÍTULO SIGUIENTE:

2.- Ritos Iniciales: El Señor nos invita a su Banquete Pascual

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