SANTUARIO PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE
LOURDES
Gruta y Basílica. Quinta Normal, Santiago de Chile.
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La
Gran Familia de la Asunción > Pascua Madre Claudia
Lefebvre, o.a. (1923-2010)
Misionera de la
Congregación Oblatas de la Asunción
Dios llamó a su Casa, el pasado
16 de junio de 2010, a la
extraordinaria mujer y religiosa Claude-Emmanuel
Lefebvre (de nacionalidad belga), hermana de la
congregación Oblatas de
la Asunción que entregó quince años
de su vida como misionera en Chile. Tenía 87 años
de vida y 63 de profesión religiosa.
La Madre Claudia, como
cariñosamente se le decía, era una gran dama,
elegante en el trato, en el vestir y en el comportamiento.
Siempre digna, servicial y exigente con ella y con quienes la
rodeaban. Le gustaba todo en orden y era implacable en eso, y era
lo que ella misma se exigía lo que pedía a los
demás y, generalmente, su pedido era con el
ejemplo.
Su enfermedad la fue apagando de a
poco. Como una sencilla vela, se apagó la mujer consagrada
que fue luz para miles de personas en su larga vida de
servicio.
Fundadora de su comunidad en Chile, con
otras dos hermanas, supo a sus 59 años aprender el idioma,
aprender nuestras costumbres y amar nuestra cultura. Sin duda que
le costó mucho la adaptación, pero ella se
sentía llamada a abrir surcos en Chile y nunca
decayó en su intento. Sufrió mucho cuando tuvo que
regresar a Francia por motivos de salud, el 25 de diciembre de 1997. No lo
expresaba, pero ella intuía que se iba definitivamente de
Chile. Se gastó, se entregó sin medir
consecuencias, durante quince años. Su vida chilena
transcurrió en Valparaíso, en el Cerro Los
Placeres, donde hoy se la recuerda con inmenso
cariño.
En el año del Bicentenario del nacimiento del Padre
Manuel d'Alzon, fundador de las Oblatas y de los
Religiosos Asuncionistas, Madre Claudia fue llamada a festejar en
el cielo este acontecimiento.
Las Hermanas Oblatas de la
Asunción tuvieron que cerrar sus casas en Chile.
En este momento hay dos
hermanas chilenas, una en Brasil y la otra en Francia. Sin
duda que la partida de Claudia será un abono para que
surjan nuevas vocaciones y que muy pronto, desde Francia, se
pueda reiniciar la vida de las Oblatas en Chile. ¡Las
necesitamos!
Querida Madre Claudia, tenemos la
certeza que estás en el Cielo… Intercede por
nosotros, acompáñanos como tantas veces lo hiciste
en vida. Anímanos como tú sabías hacerlo.
Sigue siendo para todos nosotros la Madre Claudia, porque
además de tu buen ejemplo como religiosa, siempre te
brotaba por los poros la “mamá” preocupada
de todos y de todo. No podíamos decirte hermana, eras
madre y lo sigues siendo para muchos chilenos y
chilenas.
¡Dios premie todo el bien que hiciste!
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